Villa Dálmine 1 3 Barracas Central
Camión de culata
Barracas pisó el acelerador, ganó y se clasificó a la final por el ascenso. Con poco, venció 3-1 a Dálmine y espera a Tigre.
Otra vez, el Guapo se despojó de diferentes circunstancias. A las polémicas arbitrales, primero. A su oponente, después. Y al duro contexto del partido, por último. De todas, supo imponerse. Para lograrlo, por supuesto, transpiró. Dálmine, que no pudo eludir la podredumbre, lo tuvo alguna vez contra las cuerdas. Se perdió un par de contras, de esas inexplicable, pero ahora, son meras anécdotas.
Barracas aguantó, despertó y salió. Se bofeteó, principalmente, a sí mismo. Porque al visitante le costó el primer tiempo. Se lo vio inconexo, sin frescura, con poca movilidad. Acaso pagando el lastre de los últimos esfuerzos. Pero el gol de Dylan Glaby tuvo una influencia preponderante. Porque sacudió el modorra e irguió la dulce tranquilidad. Es cierto que el Viola llegaba con la mochila sin presiones. Pero expuso su plausible fragilidad defensiva, menor dinámica, por momentos escueto de punch y vértigo.
Y Barracas fue. Con otra energía, con otra determinación, con otra confianza, como si los minutos lo hubiese renovado en cuerpo, alma y espíritu. Aparte, el error grosero de Romero fue clave para la estocada de Vázquez. Para el tanto que aniquiló la cuestión. Ni el descuento de Nouet generó zozobras. Con una llegada profunda, Ybáñez demostró que había logrado sellar el rumbo.
Pero qué va. Barracas volvió a triunfar. Barracas es otra vez candidato. Porque Barracas, a su manera, va a la carga.
Foto Prensa Barracas Central
Publicado por Hernán Gabriel Dufau
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