viernes, 7 de octubre de 2011

PRIMERA B METROPOLITANA
Nueva Chicago





Final en primera persona
Desgastado por los resultados y el nivel futbolístico, Mario Finarolli habló con el plantel y presentó la renuncia. La dirigencia trató de sostenerlo, pero dejó libre el cargo.

En Mataderos la decisión cayó de repente. Que Mario Finarolli (foto) esquivara micrófonos y grabadores en la retirada de Villa Devoto fue el exacto presagio de tormento. Y la abrupta salida del cargo significó la dura e hiriente estocada de realismo sobre este agudo presente. El tremendo golpe al pecho de la dirigencia entre el vano intento de ablandar una situación inexorable. Resuelta de antemano, pero sostenida en la mente. Hubo suspenso en la escena final. Claro, la renuncia, esa determinación resuelta con anterioridad, estaba encima de la mesa.
Habían marcas de sensibilidad. La esperanza por producir un click tardó apenas días en combinarse con la encrucijada de resultados adversos. Ansiedad en estado puro. Y el director técnico no dudó. El regreso a los entrenamientos post derrota ante General Lamadrid por la Copa Argentina, todavía aturdido con la caída frente a San Telmo, fue la última escena de la historia. Despojado de pudores, fue al grano sin titubeos. Reunió al plantel y sólo tardó algunos minutos en esbozar la resolución tomada. Es más, saludó a cada uno de los jugadores dejando libre la banca y antes de empreder el sendero de salida.

Publicado por Hernán Gabriel Dufau

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