jueves, 1 de enero de 2015

PRIMERA B
Deportivo Morón



Mi villano favorito
Morón le perdona otra más a Akerman: la reunión con Giunta fue postergada. Muchos lo quieren y buscan la tregua.

Ya el 26 de noviembre luego de la derrota por penales ante Tristán Suárez, los directivos del Gallo empezaron a jugar su partido: Blas Giunta estallaba de ira contra Damián Akerman (foto) y colgaba todos los trapitos frente a la decena de micrófonos que lo apuntaban y las cámaras que enfocaban su rostro desencajado. Tal vez, un impulso reprimido durante tanto tiempo. O quizá, la réplica espontánea a cuestiones de antaño sin resolver. En Morón, perdón para el delantero, héroe futbolístico desde el primer día, cuando empezó a ganarse el respeto con alaridos y le sirvió para calzarse la pilcha de goleador histórico del club. En los días previos a ese último juego en Ezeiza, el delantero se había bajado por una fascitis plantar, luego salió al cruce de las pesadas acusaciones y estuvo ausente en el cierre de los entrenamientos. Demasiada agua bajo este puente. Y la frutilla fue la postergación del cónclave, ya que decidió quedarse en Córdoba. Por eso es el villano favorito del Oeste.
Desde los foros en Internet y algunos tópicos radiales, el epílogo de año ya fue movidito, con debates sobre cómo debía ser finalizado este ajetreado capítulo. Pues bien, ganó en fallo dividido el cariño hacia un jugador incorporado como una apuesta y que el paso del tiempo forjó como ídolo. Después de los diretes, cuando la dirigencia hizo un tirito por una reunión forzada, logró que Giunta aflojara en su adusta postura y diera el sí. Aunque, sin embargo, Akerman hizo enfática la intención de mantenerse distante y afincarse rodeado de la familia en su tierra natal.
Para más, hasta Blas había pospuesto algunas cuestiones personales. Justo él, con quien había tenido el cruce de palabras. Aún el final está abierto. “Queremos que sigan los dos. Deben hablar tranquilos”, le dijo un directivo a Locos x el Ascenso. Y, enseguida, crece la expectativa y solamente queda esperar.

Publicado por Hernán Gabriel Dufau

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