Subite Román
Al pacto con San Martín de San Juan solo le faltaba la firma pero entre la dirigencia y la charla a solas con Blas repatriaron a Román Díaz. Historia de un romance que jamás terminó.
Palabras. Muchas palabras quedaron en el camino, varadas. Tiesas y atónitas al escuchar, a kilómetros de distancia, que la decisión viró. Cambió de destino cuando todo estaba resuelto. Bah, casi todo, según lo que en San Juan admitían hasta dejar caída la situación. Esa misma que Enrique Hrabina había dudó en dar su aval, más allá de conocer las condiciones de Román Díaz. La astucia de Blas Armando Giunta, justamente otro ex Boca Juniors, ganó la partida, sin tablero ni fichas encima de la mesa. Solamente haciendo un trabajo silencioso y por demás tranquilo. De su entera predisposición nació lo que hoy es un hecho totalmente consumado. “Es el jugador que quería, el que puede darnos otro toque de calidad al plantel y uno que sin dudas marca diferencia dentro del campo de juego”, le confesó el director técnico a Locos x el Ascenso, tras haber dado en la tecla. La auspiciosa conversación que tuvieron antes del primer entrenamiento del año resaltó la cercanía producida que, un rato después, sumó la tratativa de la dirigencia haciendo efectiva y oficial la pretensión. “Le expresé mi intensión de tenerlo en el plantel, no hubo mucho más en la charla”, estiró la explicación el DT a pura sonrisa. El enganche de 29 años pegará la vuelta una vez destrabada su situación con Instituto de Córdoba, a definirse en algunas horas, y recién en ese momento estampará la firma en contrato. La noticia sorprendió en todo sentido. Llamó poderosamente la atención resonando en cada recoveco formando un gran eco. El diez volverá a uno de esos amores que jamás se olvidan. Apenas dos años y medio pasaron para que regrese, tras el paso marcado en la B Nacional Temporada 07/08. Otra vez en este Almirante Brown que tantas veces lo vio sonreír. Y que partiendo de su magia quiere dar el salto de categoría.
Foto gentileza alte-brown.blogspot.com
Publicado por Dante Ariel Dufau
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